sábado, 17 de diciembre de 2011

Cuando saqué la cabeza del agua me dí cuenta enseguida. Un instante antes de asomar los ojos cerrados a la superficie después del reconfortante chapuzón tan largamente esperado, sentí la pérdida del colgante que durante tantos años llevé a cuello.
Pensé inmediatamente en que en esas aguas cristalinas podría encontrarlo y me quedé quieto inocente, intentando no remover el agua para no eliminar las pequeñas posibilidades de bucear y rescatarlo del fondo de arena negra a más de tres metros de profundidad. Al mismo tiempo mantuve la expresión de alegría en la cara, sin dejar aflorar el agudo daño que me provocaba perder lo que para mí era algo así como un amuleto sagrado. Elena me miraba desde la orilla, probablemente sacando fotos sin parar, y no podía estropear esa ilusión compartida con una mueca. Así que abrí los ojos sonriente con el flequillo pegado a la frente, agité las manos fuera del agua saludando y tomé una gran bocanada de aire para probar suerte con la búsqueda.
El colgante era una moneda uruguaya del año 1930, troquelada dejando huecos entre el dibujo central de un puma, y el canto. No era un legado familiar, ni yo tengo nada especial que ver con el Uruguay, simplemente la conseguí en un mercadillo al lado del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires un Diciembre muchos años antes, pero se había convertido en una de las pocas cosas que me unían en ese momento con mi hija, con mi familia y con la vida tranquila que había llevado tanto tiempo. Aurora nació el 24 de Abril del 2006. Cuando era pequeña siempre le llamaban la atención las cosas brillantes y no paraba de jugar con la moneda de 10 centésimos sobre mi pecho cuando la tomaba en brazos. Desde entonces pensaba que sería un bonito regalo para su vigésimo cuarto cumpleaños, en el 2030, por esas cosas que tenemos algunos de buscar las simetrías y coincidencias en los números y las fechas, como si fueran señales mágicas que nos confirman que vamos por el camino correcto. Perder el colgante significaba para mí romper el encantamiento, cerrar las posibilidades de volver a encontrarla y de recuperar una vida normalmente feliz.
(continuará…)

sábado, 3 de diciembre de 2011

Tenía una mirada con la que lo decía TODO,
pero nunca dijo NADA.
Y así.