miércoles, 23 de mayo de 2012

Retrato de un 22 de Mayo de 2012


RETRATO DE UN 22 DE MAYO DE 2012.


 "Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos"   
                                                                                           Joseph Joubert


Grito: Manifestación vehemente de un sentimiento general.

Permitidme la osadía de querer ser altavoz. Disculpadme la vanidad de escribir todas estas obviedades debajo de una definición que termina con las palabras “sentimiento general”. Ciertamente vivimos un periodo caracterizado por el ruido de fondo lleno de solistas bramando que impedimos que nos escuchemos a nosotros mismos. El propósito de estos textos es lograr orquestar todo ese barullo para lograr crear un único sonido, un sonido generacional que explique como nos enfrentamos al presente: un grito que, sin ser definitivo, sirva para plasmar cómo es ser joven un 22 de Mayo de 2012 en este país.



Noticiable: Digno de ser dado o publicado como noticia.

Es martes por la mañana. He salido a hacer unos recados  a mi antiguo barrio. Como suele ocurrir no he logrado ninguno de los objetivos: la tienda de fotografía no tiene máquina propia y no puede revelar las fotos hasta esta tarde y el relojero abre cuando le apetece que, por lo que me dice la estanquera de al lado, nunca es antes de las diez y media. He tenido tiempo de fijarme en la gente que puebla la mañana en la alameda. La mayor parte son jubilados con camisas blancas, pantalones cortos blancos y canillas blancas. También hay treintañeros modernos paseando sus perros, algún padre con barba cana de dos días paseando a su hijo en el carrito, algún otro hombre fugaz, engominado y con traje de rayas azules mirando por el teléfono y, claro está, yo con mi bicicleta plegable y mi mirada desplegable.
Me había despertado con la radio como todos los días. Y como todos los días las primeras palabras que asaltaron mi consciencia fueron deuda, prima, veinticinco por ciento, Merckel y toda la retahíla. He aguantado el chaparrón, más que nada porque me agobia ducharme sin una voz acompañante. En la calle he comprado el periódico. Las primeras páginas de internacional sólo hablan de economía, que es un eufemismo del dinero, las siguientes de nacional sólo hablan de deuda que es un rostro del dinero. Cuando he llegado a la sección de economía, sorprendentemente, hablaba de millones, trillones, de euros, libras, dólares y dracmas. Me he vuelto a decir que el declive de el diario “El país” comenzó cuando movió la sección de economía a las páginas centrales del periódico; de alguna manera fue una agresión a los que leen el periódico para informarse y no para moldearse. Es además un notable ejemplo de la preponderancia que el dinero ha cobrado en nuestras vidas como luego comentaré.
He tardado 32 páginas en encontrar una pequeña reseña en la sección local de Andalucía que me haya interesado “Una cadena humana logra rescatar a dos bañistas en una playa de Punta Umbría”. He buscado más detalles de un acontecimiento tan excepcional pero no había más que un párrafo que repetía la misma información que el enunciado ¿Cómo habrá sido?- me preguntaba ¿Se habrán puesto de acuerdo los que estaban en la playa? ¿Habría algún socorrista dirigiendo la maniobra? ¿Fueron los bomberos? ¿De qué nacionalidad eran los bañistas? ¿y de qué edades? Nada, ningún detalle. Me irritó profundamente comprobar cómo estamos asistiendo a un continuo martilleo sobre depresivos conceptos económicos que nos atracan exigiendo que les demos nuestra tranquilidad y cómo somos incapaces de detenernos ante un segundo de inspiración colectiva. No pretendo que la buena noticia se imponga sobre las calamitosas y reales descripciones del presente, no abogo por la estupidez. Pero sí reivindico una mejor utilización de la energía y de la palabra. Considero que tras meses, ya van para años, escuchando a diario la debacle de la deuda soberana y todas esas cosas, el repunte de la prima de riesgo de 423 a 432 no es una noticia. Vamos, que no aporta absolutamente nada (bueno) a nuestras vidas. Además se ha demostrado que por mucho que hablemos sobre ello y escuchemos a los “sabios” gurús de la economía, el curso de los acontecimientos es completamente imprevisible. Por tanto, desde el principio de la eficiencia humana, propongo que, directamente, dejemos de hablar sobre ello. Por el contrario, si invirtiéramos nuestro tiempo y nuestro espacio público en enarbolar la bandera de los pequeños triunfos, seríamos igual de pobres y de ricos, pero sonreiríamos con más frecuencia y nuestras sonrisas serían más duraderas, tanto que quizás lográramos encadenar dos o tres de una tirada o, permitidme la exageración, llegar a pasar una tarde entera naturalmente alegre.                     



Generación: Conjunto de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, se comportan de manera afín o comparable en algunos sentidos.

¿Quién decide dónde empieza y dónde acaba una generación? Supongo que sólo el paso del tiempo puede delimitar las generaciones y agrupar a las personas bajo un común de cualidades que las definan.
Yo pertenezco a unos tiempos confusos en los que no era fácil catalogarnos como grupo que vive a través del tiempo. Con mucha frecuencia caíamos en las prisas para encontrar el adjetivo adecuado que nos definiera. Indudablemente hemos sido víctimas de la autocomplacencia de los que nos precedieron que siempre nos han encalomado una serie de sambenitos que sólo iban dirigidos a ensalzar todos sus aciertos; éramos el fruto perfecto, una obra maestra de los bienhechores. No faltaba tampoco una gran dosis de desprecio hacia los que supuestamente debíamos sustituirlos. Nos han frivolizado hasta el extremo de caricaturizarnos como hedonistas despreocupados y desagradecidos por todo lo que se nos ha dado.  Y es posible que llevaran razón, aunque un tipo de razón caduca que la terca realidad ha terminado por desmoronar.
No sé cuáles son los rasgos que definen a mi generación (o sí lo intuyo pero no quiero desvelarlo todavía). Lo que sí tengo claro es que ya somos una generación en busca del adjetivo que la (des)califique definitivamente en los libros de historia. Somos un grupo de gente que se enfrenta a algo totalmente nuevo, que nada tiene que ver a lo que se enfrentaron la generación que nos precede. No digo que sea mejor o peor, pero afirmo que es diametralmente distinto.
Ya, somos generación.



Emigrar: Abandonar la residencia habitual dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida.

La lluvia de nuevo. Y eso que el tempranero día había amanecido luminoso y con un cielo azul primavera que invitaba al optimismo. "Lástima que aquí la primavera no huela"-piensa mientras se dirige al metro. Baja las escaleras mecánicas con el trote cansino de los que van sin querer ir, sabedora de que la primera batalla del día a día se librará en los ándenes de la Northern line.

Tras dos intentos, logra subirse al filo del pescante del vagón y en la suerte de Maria Mercedes esquivar la puerta cerrándose. El vagón arranca, los ocupantes se balancean como un único cuerpo informe. "Parece que llevara atrapada en este vagón dos años...y sin embargo me muevo" ¿Me muevo? A veces es mejor no hacerse preguntas fuera de la rutina, no vaya a ser que el silencio nos enfrente a nuestro rostro.

En Victoria, como todos los días, se encuentra un hormiguero organizado de gentes dispares que van y vienen y vienen y van sin percatarse de que un cuervo negro como el presente se ha posado en el carrito donde los ejemplares del diario gratuito blasfeman la actualidad. Ella tampoco logra ver al cuervo, pero entre la sinfonía de sordos zapateos atropellados si distingue unos graznidos que parecen preguntarle ¿te mueves?¿te mueves? A veces es mejor no escuchar a las bestias no vaya a ser que nos digan las verdades.

Se coloca el delantal verde, se apoya sobre la barra y respira hondo, como si lo hiciera por última vez, antes de preguntar "How can I help you?" Desde su trinchera de franquicia se concentra para no desesperarse con la monotonía de su trabajo..."¿he dicho trabajo?...Sí, eso es lo que he dicho y, al mismo tiempo, lo que me convierte en "privilegiada"". Uno tras otro despacha con eficacia las sonrisas inhabitadas de los clientes mientras piensa "Tener una sonrisa continua es lo mismo que no saber sonreir. Y lo peor de todo es que se me está pegando"...

-How can I help you.
-Latte americano.
-Here you are.
-Brilliant.

A través de la puerta de cristal, la lluvia empapa con desidia las aceras estrelladas. Un cuervo negro como el azabache se detiene desafiante y le lanza otro graznido, si bien, a diferencia de los previos, éste le resulta extrañamente familiar, como si en el camino desde la garganta emplumada hasta su oído hubiese cobrado la resonancia del lenguaje, la consistencia de los silencios creando palabras y, finalmente, la macabra pirueta de una entonación curiosa que cristaliza en forma de afilada pregunta "¿Cuánto tiempo hace que tienes esa mirada?... A veces es mejor no hacer negocios con el pasado.

Todavía se acuerda de los primeros días, cuando la lluvia era un motivo de risa y las impenitentes sonrisas todavía no eran taimadas. Las primeras semanas fueron un continuo ir y venir por la estación de Victoria con las ojeras felices de los que acaban de descubrir un tesoro. Lo recuerda como algo parecido a aquella vez que se enamoró de un chico del pueblo de al lado ¡Nada importaba!¡No existía el sueño!¡ni el hambre!¡ni el derroche! Ja, je, ji, jo...Pero al cabo de cuatro meses, todo empezó a cambiar. Ella necesitaba evolucionar y él sólo le admitía un camino hacia la felicidad que implicaba sueño, hambre y derroche. Máldita manía esta de las personas de necesitar ser dinámicas, de necesitar tener un proyecto, un horizonte que justifique el pasado y descubra un futuro. Dos años duró, dos años...como casi todos los españoles que vinieron a Londres.

- Large capuccino and choclolate muffin.
- Just a moment please.

No pienses, no pienses tanto, no vaya a ser que tu pensamiento acierte. Sonríe, sonríe con esa cortesía plastificada que te han enseñado; lo mismo te vale para agradar a los clientes que para engañar a la vida. De nada sirve andarse con sinceridades ¡la verdad hiere! Es mucho mejor que nadie sepa lo que piensas, que nadie sepa lo que sientes, que nadie sepa lo que quieres, lo que amas, lo que odias...no vaya a ser que estés demasiado vivo. Rodéate de un silencio hueco donde las palabras no tengan resonancia, donde la sordina oxidada no se pueda retirar de la trompeta que entona la canción de los sentimientos.

- Here you are.
- Wonderful!

La jornada llega a su fin. El encargado hace el balance de la caja y reparte dividendos con sonora autocomplacencia. No está mal pero...¿está bien?

De vuelta a casa en el 88, se sienta en el piso de arriba y divisa desde la primera fila de asientos las hileras de adosados de Stockwell con sus perros de raza apostados en las puertas defendiendo lo ajeno. Porque tener una casa en Londres siempre será un sueño ajeno, por no decir enajenado.

El autobús se detiene en el cruce con Clapham high road y un gran árbol con brotes verdes, de los de verdad, lo acaricia con sus ramas. Dos puntos negros brillan en la oscuridad, negro sobre negro sobre negro y sin embargo puede reconocer perfectamente la silueta del cuervo que ya ni se molesta en graznar pues sabe que con la mirada le basta "¿Qué vas a hacer esta noche? Es sábado y tu eres joven ¿recuerdas?" A. intenta sonreírle a la manera de los nativos, pero no le sale, ni por asomo le sale...como mucho logra una mueca que al final se derrumba levantando una polvareda de hastío de la que le sale un graznido bastante parecido a un ¡vete a la mierda!

Ya en casa hace cuentas: alquiler, luz, agua, gas, internet, council tax, pechuga de pollo a la plancha, agua, facebook y a la cama. A la cama, pero no de cualquier manera: a la cama agotada, vencida, derrotada...¡Cómo maldice el paro!¡cómo maldice a los políticos!¡Cómo maldice a España? Y todo eso a pesar de que siempre le recordaron que ella (que ellos, que nosotros) no tiene derecho a quejarse...

Al día siguiente, a las 5 -¡eran las cinco de la mañana!- de nuevo se encamina hacia el trabajo. Esquivando fantasmas que huelen a diversión fermentada consigue alcanzar la esquina de Clapham Common. Y por supuesto allí estaba, picoteando en un vómito con la misma indiferencia con que picoteaba en el presente de A., el cuervo negro, negro como el azabache, disfrazado de heraldo del ahora.


Horizonte:  Conjunto de posibilidades o perspectivas que se ofrecen en un asunto, situación o materia.


Sin ánimo de ofender a nadie, sin la más mínima agresividad, sin rencor ni venganzas frías…no nos servirá de nada la ira para intentar solucionarnos…pero este diluvio de desatinos es la lluvia con la que nos hemos regado durante muchos años; ahora en esta pertinaz sequía de certezas, toca buscar nuevas fuentes pues todas las antiguas están secas o contaminadas…
Nos dijeron que estudiáramos para tener acceso al trabajo…
Nos dijeron que complementáramos  los estudios con idiomas, másteres y formación específica para estar mejor posicionados…
Nos dijeron que apretáramos los puños y los codos para obtener un empleo fijo, vitalicio…
Nos dijeron que le democracia era la forma más justa de organizarse colectivamente…
Nos dijeron que era necesario estar informado para tomar las decisiones correctas…
Nos dijeron que era el momento de firmar una hipoteca a treinta años….
Nos dijeron que trabajar en el sector público devolvía a la sociedad todo lo que nos ha dado…
Nos dijeron que España era un país moderno…
Nos dijeron que Europa era nuestra patria y que siempre estaría ahí para ayudarnos…
Nos dijeron que robar no estaba bien…
Todo esto nos dijeron con el ánimo de prepararnos para la vida, con el cariño de un padre, de un maestro o de un profesor (antiguamente era lo mismo). Nos lo dijeron porque esa fue su vivencia, porque los hechos consumados a lo largo de su vida les llevaron a todas estas conclusiones. Ahora, hoy 22 de Mayo de 2012, sabemos que todo eso ha dejado de ser cierto. Somos una nueva generación que se preparó para la vida -con más o menos afán- con un temario anacrónico y con un resultado, consiguientemente, completamente infructuoso. “Cuando encontré las respuestas, me habían cambiado todas las preguntas”. Eso nos ha pasado a nosotros. Y con el agravante de que no podemos pedir consejo a nadie porque nadie sabe qué aconsejar. No entendemos el mudo, vivimos rodeados de maleza y no hay ninguna senda por la que echar a andar. Vivimos en uno de los tiempos igual a cero de la historia. Todo son conjeturas y las conjeturas del más sabio tienen el mismo valor que las del más necio. Todo está por venir ¿por dónde nos vendrán?
Como generación tenemos la pulsión vital de forjarnos un destino, el deseo atávico de tener descendencia y facilitarles una buena vida. Mas no tenemos ni repajolera idea de por dónde empezar. Fijaos, nuestro tirano no tiene rostro, lo llamamos capital, lo llamamos mercados, lo llamamos financiero, pero no podemos ni rebatirle ni pasarlo por la guillotina: es la forma de dominación más perfecta jamás creada. Y ante ella, nosotros como individuos tratamos de respirar, buscamos los rincones del alma donde la dignidad todavía se atreve a alumbrar, dedicamos muchas horas de nuestras vidas a buscar un mísero cabo suelto del que empezar a tirar. Yo intuyo que la dignidad es una partícula de vida indivisible que puede servir como punto de inicio para llegar a la molécula y seguir creciendo, pero esto no es más que un pensamiento vago. Como lo es el de la búsqueda de la belleza. Son estos conceptos con valor en el plano personal, pero que se desvanecen en el colectivo. No descarto que la suma de muchas individualidades dignas y bellas pudiera lograr dibujar un horizonte, aunque  una vez más, no tengo ningún dato que así lo sugiera. En cualquier caso, a día de hoy, con mayor o menor fidelidad a la realidad, estas son las fuentes de las que creo que hay que beber.
 


Belleza: Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.

Siguiendo en la misma línea esbozada previamente, me propongo ahora acusar a un poderoso caballero. No seré yo quien niegue la importancia del dinero y admito el hecho de que el discurso que sigue se enmarque en mi cualidad de pequeño burgués.  Pero considero necesario detener por un instante nuestra mirada y hacer un juicio severo al vil metal.
Es obvio que todos necesitamos dinero para llevar a cabo nuestra vida diaria y la de los seres que dependen de nosotros. No abogo por la estupidez de negar el papel fundamental que el dinero tiene en nuestras vidas y el hecho objetivo de que encaminemos gran parte de nuestros actos a obtener el preciado parné. Lo que sí critico es el envilecimiento progresivo  e inconsciente en el que hemos caído por el simple hecho de no saber dar valor a los objetos y a las vivencias en cualquier divisa distinta a la monetaria. Somos calculadoras capaces de pasar todo a euros. Hemos olvidado que en ocasiones las cosas tienen un valor económico y un valor de otra índole: sentimental, en términos de dignidad o, es aquí donde quiero llegar, de belleza. Pongo un ejemplo:
Aquel chico que no pudo comprar el libro volvió junto con su bigotillo de pelusa al puesto de la librería el viernes con un hombre que, por su parecido, deduje que era su padre. Cuando lo vi, escondí el ejemplar de "Alí y Nino". Empezó a buscar en la mesa y no lo encontró. Lo observé durante un minuto. Cuando empecé a detectar cierto nerviosismo en él, decidí hablarle:
 -¿Qué es lo que buscas?- le pregunté mientras le extendía el brazo y le ofrecía el libro en cuestión.
Lo volvió a hojear y me preguntó de forma atropellada el precio.
- Diecisiete con diez.
La sonrisa le desapareció de la cara  y volvió a depositarlo en la mesa con la tristeza de un amante no correspondido. El supuesto padre ni se inmutó; definitivamente no era el padre porque, de haberlo sido, no podría haber soportado el gesto de su vástago.
- ¿Cuánto tienes?
Se sacó una cartera de esas de plástico con cierre de velcro que todos hemos tenido en la adolescencia y empezó a rascar el monedero con su dedo índice buscando el milagro de que todas sus monedas fueran de dos euros y tuviera suficiente. Una por una fue sacándolas: primero las de un euro, luego las de cincuenta céntimos y luego las de veinte. Lo hacía con la ilusión de un niño y la avidez de un adulto al mismo tiempo. Hizo una pila con todas las monedas y contó.
- Once cincuenta. La sonrisa de esperanza se tornó en mueca de decepción.
En diez días en la feria no había visto a nadie desear un libro de esa manera.
Entonces Manuel, que nos estaba observando desde el principio, cogió el libro, se lo metió en un sobre de la feria del libro y le dijo lo que le hemos dicho a todos los que nos han comprado libros:
- Que lo disfrutes.”
Manuel perdió dinero en esa transacción y, sin embargo después de hacerla, era notablemente más rico que antes. Lo que quiero decir, más allá de esta última frase digna de Sabina, es que debemos pararnos a pensar si perder dinero puede ser un acto maravilloso y, de esa forma, relativizar su omnipresencia y doblegar su tiranía en aras de otro objetivo. En ese sentido, me declaro firme defensor de la belleza como finalidad de los actos humanos. Lo pensaba en estos últimos meses mientras visitaba la Tate modern o el Reina Sofía. Ahora que ya empiezo a ser capaz de comunicarme con los cuadros abstractos y de apreciar la fuerza de los materiales de desecho en Tapies o la cruda simpleza de las muchedumbres de Saura e incluso del Guernica, mientras los observaba me quedaba siempre a un paso del deleite porque me faltaba la belleza. Y esa sensación la proyectaba sobre mis poetas coetáneos, los músicos, cineastas, etc,… Todo se dirime en términos de energía, de furia, de watios y queda muy poco espacio para el regocijo íntimo de lo bello, de lo sublime a la vuelta de la esquina (Por ejemplo: “ Te he dicho Platero que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad?. No; el alma de Moguer es el pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado en torno -¡oh, sol moreno!- como la blanca corteza”).
Reivindico la belleza como moneda de cambio de la cotidianeidad. Y lo hago sin estulticia, sin puerilidad, con la fuerza que me otorga haberlo probado en mis propias carnes. Funciona y además es gratis; y si no lo es, compensa con creces. Y exhorto a la RAE a que incluya en su definición de “belleza” la posibilidad de que esta anide en los actos de las personas.
 



Epílogo: Recapitulación de lo dicho en  un discurso o en otra composición literaria.

Grito + noticiable + generación + emigrar + horizonte + belleza = 22 de Mayo de 2012.