lunes, 16 de septiembre de 2013

Sobre Catalonia y Lo-que-quede-de-España

Ya sé que no interesa. Pero si llevamos tanto tiempo anunciando la muerte de España ¿cómo no reflexionar sobre el presente?¿Cómo no aventurarnos a imaginar nuestro futuro colectivo?¿Cómo no jugar a creernos más  listos que los demás a riesgo de que el tiempo nos quite -una vez más- toda la razón?

Este cronista ya narró los acontecimientos que desembocaron en la muerte, autopsia y velatorio de España (ver entradas previas). Por tanto, el escenario tras la Diada no es nuevo en absoluto para nosotros.La expansión del movimiento independentista catalán es la primera consecuencia del vacío dejado tras la ruptura del consenso colectivo: España ya no existe ¿qué existe?

Lo más fácil es no pensar mucho: existe Cataluña que es una nación en espera secular de su estado, con su idioma propio, su pasado propio y su equipo de fútbol propio...que, básicamente, tiene los mismos problemas, al menos desde la perspectiva de un ciudadano no nacionalista, que tenía España. Cualquiera de nosotros sería independentista hoy en día en Catalunya; lo que sea con tal de evitarnos el hedor uno, grande y libre español. Entre las tinieblas, la vía catalana se presenta como un luz y en cierta forma lo es: supone una ruptura del modelo constitucional, supone una ruptura del equilibrio de los partidos catalanes (gracias a Mas Convergencia se va a convertir en el perrito faldero de Esquerra, lo cual no creo que tranquilice mucho a los prohombres del catalanismo institucional) y,sobre todo, supone una ilusión colectiva: oxígeno dentro de la asfixia colectiva en la que respiramos. Ahora bien, más allá de la euforia (¿tanto se diferencian los catalanes de los españoles?) del momento, merece la pena ir haciendo algunas preguntas:

1. ¿Estará mejor preparada una Catalonia independiente para afrontar las dificultades del momento histórico? Quiero decir, si el responsable de los sufrimientos derivados de la crisis es el capital financiero ¿podrá Catalunya hacer algo para evitar los excesos de la banca y el dinero de la City? ¿Será más fácil cambiar el sistema fuera de la Unión Europea? Evidentemente, estar fuera de Europa parece una buena opción, pero no es lo mismo estar fuera de Europa que salirse de Europa. Vamos que Cataluña no es Noruega. Este argumento no desecha la opción de la independencia; se puede ser valiente en la vida y asumir los riesgos. Pero sí empieza a plantear los problemas fuera del romanticismo nacionalista que es, en definitiva, lo que quiero.

2. ¿Es la división del mundo en estados-nación un concepto moderno con recorrido? Dicho de otra manera ¿es la clase dirigente catalana muy distinta de la española? ¿Cambiaría la relación del individuo con el estado? ¿Cambiaría la forma de representatividad en las instituciones?¿O solo cambiaría la bandera y las selecciones deportivas? ¿Hay alternativas al modelo?¿Se pueden organizar las sociedades en confederaciones de pueblos no precisamente a partir de lecturas históricas tendenciosas sino fijando unos objetivos comunes, a saber, una sanidad pública universal? No lo sé, no es fácil. ¿Formaría Catalonia un ejército propio?¿Sería un estado sin ejército?¿Tiene eso algún riesgo? No digo ya tanto invasiones como quedar fuera de la escena mundial ¿o acaso alguién piensa que el resto de potencias permitirían la creación de una nueva suiza?

3. El referéndum es impepinable. Cuanto más tarde el gobierno de España en aceptarlo, más riesgo tiene de perderlo. Ahora bien, sospecho que mucha de la fuerza independentista nace de la estupidez española ¿Qué pasaría si un gobierno negociara?¿Cabe un modelo federalista? No conviene olvidar que no es lo mismo responder una encuesta o charlar en un café que decidir con tu voto un cambio "radical" en las instituciones. ¿Votarán los ancianos y la gente con una buena posición socioeconómica a favor de empezar una nueva historia sin garantías de éxito?

Planteo estas preguntas antes de dar mi opinión. Creo que la clave de la futura independencia catalana reside en la capacidad que los catalanes tengan de cambiar el modelo. La creaión de un nuevo estado basado en banderas y folklore no me interesa lo más mínimo. La revisión histórica para distinguir a los buenos de los malos no me atrae ni un ápice. Sinceramente, no veo un fervor mayoritario distinto del fervor patriótico. Por eso a mí, que tanto me ha costado dejar de tener una nación, me causa cierta sorpresa la algarabía con la que la culta Catalonia se toma su posible independencia de España ¿o hablamos de la independencia respecto a los poderes fácticos? Porque si es eso de lo que se trata ¿tiene sentido romper vínculos con potenciales socios de lucha del resto del estado? No lo sé ¿Supondría la independencia de Catalunya una distancia insalvable entre colectivos con intereses compartidos de Lo-que-quede-de-España ? Tampoco lo sé; lo que sí está claro es que el gobierno catalán y el loququededeespañol harían todo lo posible por romper esos puentes.

En definitiva, el mejor de los escenarios sería un gobierno honesto de Esquerra en mayoría absoluta que subvirtiera el orden establecido y fuera capaz de negociar con Francia, Alemania y EEUU un espacio no amenazado. En el peor de los casos, una Catalunya independiente gobernada por CIU con los mismos problemas que la Cataluña actual pero con una saturación insoportable de orgullo patrio.

No sé, no sé, me da a mí que aquí queda mucha tela que cortar...mientras tanto seguiré paladeando el ocaso de esta España miserablemente castellana (Machado dixit) con la esperanza de que la hecatombe le dé la vuelta a las instituciones.


jueves, 5 de septiembre de 2013

La colección de letanías

Se repiten como la banda sonora del mundo que pudo ser..

Dios fue el primero en caer. No le desgastaron el nombre pero sí la integridad. Dios se convirtio en el ariete de los inmovilizadores. Nietschze lo remató. La vida cotidiana ya lo había desterrado. Quedó la verdad hecha plegaria en la boca seca, áspera de los que temen avanzar.

España nació con vitola de lamento. Es posible que muriera antes de existir. Sólo los intereses la han mantenido presente -que no viva- como un estupefaciente permitido por la autoridad. Nacimos sin bandera. España solo era un rumor de viejos que ganaron guerras.

La democracia redentora con la monarquía a la cabeza. Un nuevo estatus colectivo. Una plataforma de sueños imantados por la poderosa historia. Ningún cuerpo logró salir de la órbita. Un zumbido sordo como el de los molinos de viento en los campos yermos de Castilla nos rodea. Fue bonito mientras (les) duró.

Ahora van a por las cosas pequeñas.

Los placeres cotidianos. La cultura es un obstáculo (qué razón tenía el viejo Astray, un visionario). La anegaron con ondas catódicas a modo de electroshock.  En la sala de emergencias solo queda el sonido repetitivo de nuestro ritmo cardíaco monitorizado. Menos matarnos, todo vale.

Lo último que nos han hurtado es el fútbol. Para muchos el último rincón del juego. Millones, traspasos, cortinas de humo, horarios imposibles, desigualdad, desigualdad, vasallaje, feudalismo (Madrid y Barcelona unidas por un sueño opulento). En los transistores, los locutores a sueldo se desgañitan para dar la impresión de la emoción y la belleza del ex-juego. Ellos también cobran. Monotonía de calderillas en sus cuentas bancarias para no despertar la conciencia anulada.

Plegarias de vísperas y maitines; proclamas que acallan suspiros de España; Molinos de viento que no quieren ser gigantes; monitorizaciones cardíacas a ritmo de campana de bolsa; Goles gritados en negativo, hacia dentro, como ecos de nuestras miradas robadas. Letanías en si bemol que diría mi abuela.

He decidido taparme los oídos. He decidido taparme los ojos: en el mundo de los tuertos, el ciego es el único capaz de imaginar.

Camino de la autosuficiencia. Para muestra un botón: he decidido parafrasearme de tanto que me he gustado: "Puede que sea una exageración. Pero no es falso".

No hace falta valor. Nadie es valiente cuando hace la única cosa que puede hacer.

No nos queda otro remedio que ser libres.

martes, 3 de septiembre de 2013

mi ciudad

¿Por qué la vuelta a casa no es como en los anuncios navideños? No hay duda de que es mi sitio, mi ciudad...por eso escuece todo. Si un día  discutes acaloradamente, insultas y te insultan en, pongamos, el norte de Europa pues uno se enfada un poco pero entre salto cultural, adaptación, diferencias del lenguaje por aquí o por allí, no me afecta más de tarde y media. Sïíaquí, de donde vengo, me agrede de nuevo la estupidez, me hiere de verdad, por cercano. No me ha pasado, hago todo lo que puedo para que no pase, y por eso salgo poco, porque estoy hipersensible y no encuentro sentido a la exposición a tanto detalle doloroso.

Ando por mi ciudad con el cuidado del estómago de resaca, que sabe que ha de comer, pero suave...y mejor comer poco que pasarse. Voy como desnudo a las inclemecias del tiempo y a la incomodidad del comentario ajeno; todos pueden opinar sobre ti, nadie te habla sin embargo. Únicamente se oyen los cuchicheos a tu paso...y yo desnudo no puedo evitar agachar las vista para como un niño creer que no me ven aquellos a los que no miro...pero cuchichean.... Camino descalzo, sobre un suelo agreste de manera que mido los pasos y solo doy los estrictamente necesarios, por supuesto por el camino más corto.
Esta,  mi ciudad, es el lugar del mundo donde no voy si no es obligatorio donde no me aventuro porque el camino es tan riesgoso que el destino intramuros nunca va a compensarlo. Asumo que me pierdo maravillas porque el coste de llegar hasta ellas atravesando capas de esta ciudad mía sería para mi demasiado alto, fuera cual fuera el destino:  podría romper lo mucho o poco que me queda de yo mismo. 

Decir que paseo por mi ciudad solo, desnudo, descalzo, resacoso y como quemado por el sol con la piel hipersensible, es sólo exagerado. Pero no es falso.