jueves, 5 de septiembre de 2013

La colección de letanías

Se repiten como la banda sonora del mundo que pudo ser..

Dios fue el primero en caer. No le desgastaron el nombre pero sí la integridad. Dios se convirtio en el ariete de los inmovilizadores. Nietschze lo remató. La vida cotidiana ya lo había desterrado. Quedó la verdad hecha plegaria en la boca seca, áspera de los que temen avanzar.

España nació con vitola de lamento. Es posible que muriera antes de existir. Sólo los intereses la han mantenido presente -que no viva- como un estupefaciente permitido por la autoridad. Nacimos sin bandera. España solo era un rumor de viejos que ganaron guerras.

La democracia redentora con la monarquía a la cabeza. Un nuevo estatus colectivo. Una plataforma de sueños imantados por la poderosa historia. Ningún cuerpo logró salir de la órbita. Un zumbido sordo como el de los molinos de viento en los campos yermos de Castilla nos rodea. Fue bonito mientras (les) duró.

Ahora van a por las cosas pequeñas.

Los placeres cotidianos. La cultura es un obstáculo (qué razón tenía el viejo Astray, un visionario). La anegaron con ondas catódicas a modo de electroshock.  En la sala de emergencias solo queda el sonido repetitivo de nuestro ritmo cardíaco monitorizado. Menos matarnos, todo vale.

Lo último que nos han hurtado es el fútbol. Para muchos el último rincón del juego. Millones, traspasos, cortinas de humo, horarios imposibles, desigualdad, desigualdad, vasallaje, feudalismo (Madrid y Barcelona unidas por un sueño opulento). En los transistores, los locutores a sueldo se desgañitan para dar la impresión de la emoción y la belleza del ex-juego. Ellos también cobran. Monotonía de calderillas en sus cuentas bancarias para no despertar la conciencia anulada.

Plegarias de vísperas y maitines; proclamas que acallan suspiros de España; Molinos de viento que no quieren ser gigantes; monitorizaciones cardíacas a ritmo de campana de bolsa; Goles gritados en negativo, hacia dentro, como ecos de nuestras miradas robadas. Letanías en si bemol que diría mi abuela.

He decidido taparme los oídos. He decidido taparme los ojos: en el mundo de los tuertos, el ciego es el único capaz de imaginar.

Camino de la autosuficiencia. Para muestra un botón: he decidido parafrasearme de tanto que me he gustado: "Puede que sea una exageración. Pero no es falso".

No hace falta valor. Nadie es valiente cuando hace la única cosa que puede hacer.

No nos queda otro remedio que ser libres.

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