sábado, 2 de octubre de 2010

mezclando cosas importantes....

Me ha pillado "fuera". Como si no lo esperase o no lo hubiésemos estado buscando... voy a tener un hijo.
Lo de viajar, o más acorde con la realidad, lo de vivir en otros sitios no es más que una forma algo enrevesada de búsqueda.... una búsqueda que para mí no ha concluido, o quizás sí ha concluido pero sin encontrar nada al final de la carretera. Todo han sido metas volantes de esas que algunos ciclistas secundarios pelean , a 25, 20 , 10 y 5 kilómetros de meta, pero no he llegado al premio de ENTENDER.
Ahora me preguntan que si lo vamos a tener “aquí” o “allí”, que por qué no “volvemos a casa”. Yo tengo clarísimo que mi casa somos nosotros dos y el año que viene nosotros tres y que volver no es lo que quiero hacer con mi vida.
No me importa la lengua ni el lugar ni las temperaturas invernales. Pero me aterra tener un crío al que no voy a saber bien qué enseñarle porque a mí se me ha ido la juventud buscando y recorriendo sin aprender nada práctico de lo que esté medianamente seguro.
Afortunadamente la naturaleza es sabía; nos da primero nueve meses y luego algunos más antes de empezar a recibir preguntas de quién, le enseñes o no, lo va a aprender todo de tí.

martes, 15 de junio de 2010

....QTO...

Quiero Quietud.
Quiero Quietarme Quieto.
...
...
...
...
quietantemente Quieto.

sábado, 5 de junio de 2010

Quietos, totalmente quietos.

Se viaja en prosa.

Viajar es, más que cualquier otra cosa, renunciar a la quietud. El viajero es siempre un elemento periférico a la realidad que, saltando de órbita en órbita, se va aproximando al núcleo verdadero -que no siempre coincide con el real- como otro hijo maldito de Pedro Páramo que entiende pero no comprende y/o viceversa. Este tránsito persistente imbuye al sujeto del movimiento y le inocula una inercia que dota de aceleración al pensamiento e impide la pausa (la quietud) necesaria para decantar las esencias. El viajero proyecta su acervo en los horizontes y aguarda a que el eco retorne. Como el eco es por definición un mal imitador del mensaje primigenio, el viajero tiene que recurrir al innoble arte de la traducción para descifrar y recifrar hasta construir una idea. En ese apasionante proceso de asimilación concurre la trampa de tener que hacer propio lo que en realidad es ajeno con la consecuente necesidad de rastrillar entre todas las palabras hasta encontar la menos alejada. La palabra es al fin una consecuencia hija de un anhelo.

El poeta, por el contrario, comtempla el mundo desde el epicentro de su existencia y asiste a la danza orbicular más o menos caótica de lo demás. El poeta mira desde sí, escucha en su fuero el terco repiquetear del mundo externo, lo desbasta de lo superfluo y lo condensa en el ardiente esplendor de las palabras que vibran y se modulan. La palabra se convierte en el principio de un todo innato, anterior al propio individuo. La palabra es una causa paridora de realidades.

Por eso los poetas no viajan, porque ya conocen todos los mundos de afuera y solo les interesan las palabras/oquedades de nuestras vidas que pueden pasarnos completamente desapercibidas si no permanecemos quietos, totalmente quietos.

viernes, 28 de mayo de 2010

Sencilla AdivinanzA

Estrujo la distancia con el ceño, escudriñando el pasado.

Intento girar el reloj en mi cabeza y me duele cada aguja.

Según lo previsto, como siempre y sin embargo por sorpresa, se suceden las estaciones.... envejezco por momentos, decir adiós envejece, y me estoy despidiéndome de todo de continuo.

Sé que “lo bello del destino es el camino”, pero ahora solo quiero llegar. Y cierro los ojos.

Voy a llegar al mismo sitio que la sonrisa que sin querer insultarme lo hace, y disfruta. Justo delante mía.

Ya está claro que me he vuelto a equivocar, cada metro que recorro es una oportunidad perdida y me prometo acordarme la próxima vez.

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ahcram al a oirartnoc oditnes ne esratnes se ,adiv al ed omoc ,senert sol ed olam oL.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Mares adentro

He iniciado una larga marcha esteparia despojado de la piel del lobo. Praga ha sido la última parada sobre suelo europeo. Por mucho que se empeñe la UEFA, Bielorrusia, Ukrania, etc.. tienen una idiosincrasia distinta aunque con parentesco lejano como ocurre con los primos de los abuelos que nunca emigraron a Buenos Aires.

En realidad las aldeas no difieren tanto de las de la región de Brno. Sin embargo la gente mira de otra manera, coloca la boca de una forma difícil de interpretar. Y el espacio, a la par que la atmósfera, se vuelve más espeso . Los desplazamientos dejan de ser fruto del capricho y se convierten en un plan que exige al mismo tiempo organizar los horarios y no obsesionarse con los horarios. Los motores de los autobuses -similares a los que nos llevaban al colegio- vibran en las cuestas arriba y, cada vez que el conductor embraga para cambiar de marcha, da la sensación de que caemos por el vacío. Después vuelve la ronquera de los cilindros y la tranquilidad del sopor.

Trato de imaginar el mar de Aral con su ejército de cascos fantasmas, de mástiles fantasmas, de tripulaciones fantasmas. No logro percibir sus olores fantasmas. Me entran dudas sobre su categoría de mar. Quizás le otorgaron ese rango por pura necesidad o por intuición de los oriundos de la meseta reseca e inacabable. Hay algo que nos empuja hacia al mar o, si no nos es posible alcanzarlo, a inventarnos un sustituto para calmar la extrañeza de su lejanía.

Enfrascado en estos pensamientos recibo una visita de las más deseables: la curiosidad que me inquiere:

¿Cuás será el punto del planeta más alejado del mar?

¿Habrá caracolas en sus montes como ocurre en Villargordo del Cabriel?

martes, 25 de mayo de 2010

Si no lo es ya...

Me llegan ecos no voy a negarlo. La convulsión del hogar (casa,ciudad,país) no me es ajena pero casi...Lucho por mantener unos códigos, unas leyes de la gravedad hacia arriba que sólo existen en mi mundo...pero a veces la mirada se me escapa hacia los pasos perdidos. Siempre hay un miedo remanente a convertirme en el protagonista de aquella viñeta de "Quino" en el que un científico se vanagloriaba de haber descubierto el "virus de la soledad" y al ir a transmitirlo se encontraba sucesivamente vacios el laboratorio, el instituto y la calle con todos los coches abandonados. Dicen que cada uno tiene su droga; la mía puede ser, si no lo es ya, la soledad.

miércoles, 12 de mayo de 2010

La batalla

Viajo sobre una superficie, viajo a través de un tiempo pero sobre todo viajo entre lo concreto y lo abstracto con billete de inagotable ida y vuelta. Lo mismo me detengo a describir la redondez de un canto rodado encontrado en los alrededores de una gasolinera de un pueblo interpuesto en mi camino por el azar/infortunio de un problema de salud de uno de mis compañeros anónimos de viaje, que me adentro en los vapores del recuerdo que tantas veces se entreveran con las tinieblas de la melancolía.

Es redondo, de superficie pulida. Yace en una pequeña porción de tierra olvidada cubierta de vegetación verde intensa perlada por el rocío. La cojo y dejo un molde en el cieno que hablará de ella hasta la próxima lluvia torrencial. Su color es difícil de describir: tiene un fondo de ámbar con vetas gris pizarra pintarrajeadas. Pesa más de lo que había previsto; quizás arrastra alguna culpa. El tacto inicial me parece algo crispado pero al pasarla por las mejillas me regala un cosquilleo amable...

...un cosquilleo amable sin llegar a rozarme: la película contraída de aire entre dos pieles puede llegar a ser el primer segundo de vida de un gran huracán. Hay dos tipos de huracanes: los que saltan a la vista de cualquiera y los que sólo son percibidos por uno mismo. Los primeros suelen ser portada de los ávidos medios de comunicación. Los segundos suelen morir en la incomprensión aunque a veces terminan convirtiéndose en un poema. Son afortunados los que encontraron la varita mágica ,y escarbando en sus raíces y escrutando sus tallos hojados más allá del límite de su conciencia, se volvieron entonces imperecederos...

¡Por fin encuentro la maldita farola cubista! Me presento con cierta displicencia; dudo que haya merecido la pena tanto pateo. Detengo la tentación de despreciarla e intento imaginar su puesta de largo en una tarde exiliada de su presente donde alguno quiso pensar que torciendo las farolas, haciéndolas vibrar como la cuerda de una guitarra, lograría cambiar la inercia de un mundo abocado a la disputa.

Saco mi piedra y la coloco en el farol a modo de bombilla. Me alejo de la farola con unos pasos para atrás y siento la mirada cómplice del surrealista que la diseñó en los ojos de un joven sin prisa.

Un escalofrío de frío que no de emoción me devuelve a la realidad compartida. En el cielo se ciernen los nubarrones. Recuerdo aquello de que "cuando el Kafka vuela bajo hace frío del carajo". Me merezco una buena cerveza, un plato caliente y compañía.

Una vez más lo concreto se ha impuesto...

jueves, 6 de mayo de 2010

[ Praga ]

Normalmente no me gusta hacer turismo, pero tampoco es nada malo. En breve visitaré Praga, plaza sorprendentemente inédita en mis andanzas, sobre todo considerando que muchos me han dicho que es especialmente bonita y acogedora. Aunque últimamente haya perdido autenticidad por causa o efecto de acoger a visitantes de cuatro días como yo.
Me niego, por supuesto, a ver fotos por internet. Quizás un mapa. Llegaré allí sin imágenes previas sabiendo que hay un río, el Moldava, que como todos vertebra la ciudad y buscando en la Wiki, eso sí, algo más sobre aquella Primavera frustrada de hace justo cuarenta y dos años.

sábado, 1 de mayo de 2010

Echar de Menos I

Mi destino es solo una meta intermedia con la que medio organizo mis viajes, siempre abierto a cualquier intuición que varíe mis rumbos. Llevo mucho viajando, pero no soy un vagamundo. Tengo algo parecido a lo que denominamos cada uno “nuestro sitio“. Y gracias a los locutorios hablo con “los míos“ a menudo (de hecho estoy convencido de que con muchos de ellos tengo una relación más intensa que si viviera allí).Suele salir en esas y otras conversaciones la pregunta;
¿No echas de menos?
La respuesta es NO. Pero eso de echar de menos siempre se me queda flotando en la cabeza, dos centímetros delante de la frente.

Cuando A. me dice al auricular “....Te quiero. Te echo de menos...” siento que me arroja instantáneamente la responsabilidad de su vida: a mi me suena a no puedo vivir sin tí y me siento al momento culpable de todo lo malo que pudiera pasarle, luego reflexiono y traduzco para mi cerebro profundo; “puedo vivir sin tí pero me gustaría tenerte de vez en cuando al lado y disfrutaría viviendo más contigo”. Y ese agobiante sentimiento se transforma otra vez en amor. Pero sigue levitando sobre mis cejas el “echar de menos”....

¿Qué echamos de menos? Para empezar lo que nunca tuvimos , como dijo Sabina. En mi caso por ejemplo; libros, mujeres, personas, lugares... pero así más en concreto:
  • Conocimientos que me hubieran evitado situaciones bochornosas de las que, aún vividas, no aprendí nada.
  • Un adolescencia más agitada sexualmente hablando.
  • Un acto de rebelión infantil, tipo escaparse de casa dos días o algo así.
  • ….

miércoles, 28 de abril de 2010

Paisajes y conversaciones

Finalmente llegué a Suiza. Me encontraba cansado, terriblemente entumecido, con esa sensación de no tener claro si no había dormido nada o había dormido demasiado y el estómago disgustado después de las comidas de cafetería de autovía siempre bañadas en mayonesas de dudosa honorabilidad y bebidas gaseosas de todos los colores. Estuve tentado de meterme en el primer hotel, pero decidí dar una vuelta. La ciudad mostraba el mismo aspecto que todas las ciudades de Suiza que conozco; bien podría estar en Lausanne, en Ginebra, en Zurich o en Lucerna. No sentía un especial interés y estaba cansado por lo que decidí sentarme y pensar en mis últimas horas que al mismo tiempo eran mis primeras horas de viaje.

Me percate de que estaba contento y lo atribuí a la sensación de haber llegado a algún lugar. Si hubiera viajado en avión mis primeras pisadas hubieran carecido de contenido; sales del aeropuerto con el sentimiento de haber pasado unas horas en un puro trámite y que todo comienza en ese momento. Los kilómetros te curten, te muelen los huesos pero te regalan una experiencia. Te conceden paisajes que quizás nunca más vuelvas a ver y en ocasiones también conversaciones.

De todos los afectados por la nube de ceniza sólo había un rostro que mostraba placidez. Me senté a su lado y comenzamos a conversar. Me contó que tenía un miedo atroz a los aviones y que la cancelación del vuelo le había supuesto un gran alivio. Me explicó que antes no los temía. Una buena noche no sabe todavía por qué, en el momento ese exacto del sueño en que la mente empieza a liberarse del consciente, se despertó sobresaltada. Había pasado por su mente una imagen de un avión precipitándose pero no le dio excesiva importancia. Sin embargo día tras día el recuerdo fue haciéndose presente cada vez con mayor asiduidad. Cuando tuvo que coger un vuelo comprendió que ya no controlaba la angustia y sintió por primera vez la sequedad de boca de lija. Desde entonces cada viaje en avión es un suplicio y cada vuelo no realizado como si le regalaran la oportunidad de seguir viviendo.

Me dejó pensando. Yo me veía con mi mochila, mis pantalones recién comprados en una gran superficie y mi cuaderno prácticamente en blanco y sentía que el miedo era algo ajeno. En mi recién estrenada condición de viajero me sentía inexpugnable, íntegro, capaz de convertir cualquier contratiempo en una aventura, el riesgo en una anécdota, la enfermedad en un tributo...y así sigo pensando pues si no, no lo escribiría.

Mi idea es partir pronto hacia mi destino inicial. Iba a mirar billetes de avión porque es más rápido, pero no tengo prisa. Iba a comprarlo porque es menos incómodo, pero no tengo claro que la búsqueda de la comodidad sea uno de los atributos del viajero...

Habrán pues más paisajes y ¡ojalá! conversaciones.

martes, 27 de abril de 2010

lo que se dice un viaje

Nadie se esperaba el caos aéreo de hace diez días. Inmediatamente después del mortal accidente aéreo de la plana mayor de Polonia, un volcán islandés, Eyjafjalla, mancha los cielos europeos de cenizas y se activan todas las sensibilizadas alarmas.
Tambíen trastocó mis planes pero tengo que reconocer que, salvo desgracias personales, encuentro una particular satisfacción en que sucesos naturales varíen nuestra rígida agenda humana de aniversarios, cumpleaños, vuelos comprados con meses de antelación y cuartos de final de competiciones deportivas. Me alegra que llueva, haya erupciones e incluso terremotos imprevistos (aún). Me hacen sentirme parte de la Naturaleza y no un número de cliente o consumidor.
Por unos días no soy otro ente virtual indistinguible de tantos miles, y tengo que hacer a ras de tierra eso cientos de kilómetros que en condiciones normales (pero reconozcamos que normales en el sentido de “lógicas” no son) habría salvado en una suerte de anónima teletransportación vuelta a repetir de salas de espera. Ninguno de los que no tomamos aquellos vuelos supuso que íbamos a vivir esta odisea atravesando Europa, pero ahora, ya duchados, creo que estaremos contentos con la experiencia.
Conocimos los nombres de las personas que teníamos sentadas al lado, compartimos la comida, nos contamos nuestras vidas, alguno repartió ropa interior , limpia, a aquellos con maletas en los limbos aeroportuarios, cantamos canciones desconocidas a coro e intercambiamos mailes que quién sabe si lo mismo utilizaremos alguna vez. Vamos, lo que se dice un viaje.

lunes, 26 de abril de 2010

Cabría pensar que en mi nombre adquirido están cifradas las grandes historias de mi vida, pero he de advertir que no me gustan las obviedades. Creo más poderosa a la insinuación que a la ostentación. Cierto es que tengo algo de fantasio y de salado y de marino, sin duda. Pero aspiro a tener más rostros. Ocurre además que si mi nombre recogiera todos mis "yoes" -pasados, presentes y futuros- en vez de tener un nombre tendría una retahíla y, a ojos de los demás, en vez de una persona parecería un listín telefónico. Por ello confío en que el afán curioseador de mi lector sea capaz de rellenar con sus conjeturas los grandes espacios y tiempos que, al igual que en el caso de mi nombre, dejarán los retales de mis vivencias que periódicamente aparezcan en este blog.

domingo, 25 de abril de 2010

Mi verdadero Nombre

Fantasio Sal Marina es mi verdadero nombre, quizás no aquel que me pusieron al nacer pero sí ese por el que me conocen y me reconozco. Ese con el que me presento cuando alguién me pregunta o sin que me pregunte nadie.