lunes, 26 de abril de 2010

Cabría pensar que en mi nombre adquirido están cifradas las grandes historias de mi vida, pero he de advertir que no me gustan las obviedades. Creo más poderosa a la insinuación que a la ostentación. Cierto es que tengo algo de fantasio y de salado y de marino, sin duda. Pero aspiro a tener más rostros. Ocurre además que si mi nombre recogiera todos mis "yoes" -pasados, presentes y futuros- en vez de tener un nombre tendría una retahíla y, a ojos de los demás, en vez de una persona parecería un listín telefónico. Por ello confío en que el afán curioseador de mi lector sea capaz de rellenar con sus conjeturas los grandes espacios y tiempos que, al igual que en el caso de mi nombre, dejarán los retales de mis vivencias que periódicamente aparezcan en este blog.

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