lunes, 30 de marzo de 2020


¡Pinta, pequeña Arianna!¡Pinta!

Pinta desde ese espacio virgen donde las manos obedecen a la intuición, donde los discursos son a partes iguales ajenos y sospechosos, donde la visión precede a la mirada. Pinta desde ese tiempo donde uno solo puede saber lo que quiere pintar después de haberlo pintado.

¡Pinta, preciosa Arianna, pinta!

Pinta traduciendo el rumor de mis sinapsis a través de los susurros dulces y perfectamente buenos de tu madre.

¡Pinta, curiosa Arianna, pinta!


Pinta los cielos de Estambul en cada una de sus horas, yuxtapuestos y habítalos con el verde mestizo e importado de tu Méjico natal.


Pinta bajo un mismo trazo los minaretes de una mezquita, un obelisco romano, una iglesia cristiana y una composición religiosa de un mosaico bizantino. Y pinta, posado como un copo de nieve en un desierto, una milagrosa estrella de David del color de las babuchas de Rafael en su puesto del Gran Bazar.

¡Pinta, valiente Arianna, pinta!

Pinta el Bósforo con su azul insondable estrellándose contra la luz, contra el deslumbramiento, como si fueras una campesina mirando desde dentro de un cuadro de Turner el estrépito de nuestras vidas.

¡Pinta, atenta Arianna, pinta!

Pinta la orilla asiática sonrosada con sus peces aéreos ¿Acaso no se convierte uno en pez cuando pasea por una ciudad de 12 millones de habitantes sin saber adónde llegar?

¡Pinta, poderosa Arianna, pinta!

Pinta la retina del observador, saturada de vida, incrustada en tu lienzo, extranjera y cosanguínea al mismo tiempo, intentando contarle a cada una de las partes el misterio de lo que desconocen de ellas mismas mientras lo comparten.

¡Pinta, pequeña, preciosa, curiosa, valiente, atenta, poderosa Arianna!

¡Pinta!¡Pinta!¡Pinta!

miércoles, 25 de marzo de 2020

[Forzado a navegar con la mente y el espíritu]


Esta entrada no tiene imágenes ni está muy argumentada, ya lo haré en otro momento. Creo que como sociedad nos estamos portando razonablemente bien. Ha pasado el shock inicial, ahora nos queda solo el shock. Con una perspectiva incierta y el reverso tenebroso de cada uno asomando las orejas esperando para aparecer del todo; el egoísmo, el hartazgo, el miedo... Ahora es cuando hay que ser valiente de verdad.

Considerando que los que lean esto en ninguna medida son malas personas (no acopian mascarillas para enriquecerse, ni roban o aprovechan la cuarentena en su beneficio...) recordemos al enemigo común que siempre estuvo ahí y ante el cual todos somos igual de vulnerables.

No es el virus amigas y amigos, es LA ESTUPIDEZ, nos acecha en cada recodo y en estas extrañas circunstancias en las que la educación, los modales o las rutinas vitales bajan la guardia todos estamos expuestos a ella.

¡¡¡Cuidadín!!!

La puede sufrir el policía multando sin sentido o nosotros mismos , creyendo que engañamos a alguien y que salimos ganando algo si vamos a comprar dos veces en un día.

Siempre está ahí, ahora puede que se vea más y desde luego si caemos en ella, esta vez no tendremos las excusas habituales de la prisa y el que lo hacían "los otros" antes que yo. Reflexionemos , y cuidémonos todos de la estupidez ¡¡ahora y siempre!!.

Besos y abrazos!!!!!