lunes, 15 de diciembre de 2014

Cartas.

Hoy he preguntado en la oficina de una empresa donde voy relativamente a menudo dónde podía comprar sellos o enviar una carta. Aparte de la cara con la que me han mirado, no tenían ni idea. Así que he ido a correos, cuando he vuelto un rato después me han preguntado "qué haces enviando cartas" como si hubieran echado apuestas elucubrando con los motivos para hacer algo así; mandar un sobre.
En correos tengo un apartado principalmente para recibir paquetes  para las niñas, cuando llega un paquete me avisan, pero no cuando llega una carta, por eso he recogido con tanto retraso una  maravillosa escrita hace un par de meses en servilletas de cafeteria, ella, la que la escribió, cree que sabía de su valor, pero es incalculable.


A veces me siento solo, incomprendido, gritando mis verdades del barquero en el desierto sin la esperanza de que alguien las comparta, sino únicamente que las entienda si las oye. Y no recibo ni el eco de vuelta.
No quiero ser un hippie, ni un raro, de verdad que no quiero ser especial, o al menos no quiero ser más especial que cualquier otro. Pero al final tengo que reconocer que para bien o para mal  parece que lo soy.
Asumido eso, uno no quiere estar solo, y aunque viva a "tomar por culo" y a veces me olvide no lo estoy: Hay queridos amigos que están ahí al lado, en mi misma onda a miles de kilómetros de distancia que se hacen nada en un par de renglones. Renglones que además me insuflan esperanzas de que hay otros como nosotros, desconocidos ocultos que me entenderían. En cualquier sitio y cualquier idioma.

Cuando facebook, twiter, el banco y la oficina de impuestos tengan ya todos nuestros datos registrados y los vendan al mejor postor, y con diversos objetivos criben y seleccionen a las personas como registros de una inmensa base de datos mundial, me gustaría estar rodeados de aquellos que "escriban", y sí aún lo hacen a mano, mejor. 
No entiendo de paises ni fronteras, detesto las banderas, pero a modo profético enarbolaría aquella que defendiera la Palabra, la Lengua, así sin más








miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tirúa, Alaska.

No sé lo que buscaba, pero no lo he encontrado.
Este año ha sido confuso y aunque de todo se aprende me podría haber ahorrado la experiencia.
No es dramático, años malos tiene cualquiera, lo peor es que es un año vacío, que no sirve para nada, ni nos prepara mejor para los venideros. Vacío le queda redondo como adjetivo a estos meses, que para nosotros son unos meses entre muchos pero para ell@s son Los Meses, casi sus únicos meses. Eso es lo que más me desconcierta, aflige y enfada.

En esa nebulosa inescrutable, se abre entre las nubes un claro oceánico. un oasis, un paréntesís en el tiempo separado por pocos Kms de camino polvoriento en el mapa. Un lugar al final de la carretera donde cada persona tiene una historia y ya nadie es "gente". Parecido a la mítica Cicely, de Doctor en Alaska, con al que soñaba despierto en los veranos mas allá de la media noche ...

Al buscar alguna imagen en la web veo que "oasis" también aparece escrito en el mural que salía en los créditos...coincidipias....cuando nada tiene que ver con el desierto; ni Cicely, Alaska, ni Tirúa.


La sensación es sin embargo "oásica", de alivio vital, de lugar apartado del ritmo imperante y demoledor de la llamada "ciudad". Viniendo de una de las capitales del mundo no me importaría nada vivir aquí. Lo que me jode es quedarme en el estúpido y amplio gris intermedio.

A diferencia de Cicely, esto tiene playa,  mar que provee y a la vez es  temible, mar del que escapar cuesta arriba cuando la tierra tiembla (siguiendo los letreros indicativos).
Hoy, esperando el atardecer con la ilusión del rayo verde, pensé en cuánta humanidad no habrá visto atardecer sobre el mar y en la cantidad de veces que yo lo habré hecho;  a cambio como hoy, de un resfriado marino aunque me haya contenido de meterme en el agua. Pensé, como otras veces, en que el mono empezó a ser humano cuando se quedó contemplando un atardecer y en cómo es posible que los hominididos actuales lo ignoren y vean la televisión mientras yo despido el día en la playa desierta.



lunes, 27 de enero de 2014

tantas cosas...

y tan importantes que no sabe uno por donde empezar.

Tantas cosas que la crispación esa que nos provoca la estupidez y avaricia de los políticos, aunque continúa y continuará, nos parece lejana y distante... pasamos de hablar de eso ya.

Tantas cosas y tantos Kms. Y eso tan importante que es la vida, y que uno no se atreve ni a escribir y describir, sino que tiene que andar con perífrasis y rodeos.
Tantas, que con la mitad de esas cosas ya podría uno quedarse mudo de asombro para siempre

Atención pregunta: ¿existe un equivalente de "mudo" para el acto de escribir en vez de el de hablar?
"Se quedó estupefacto el blogero durante meses, incapaz de escribir palabra, como _ _ _ _ _ _ _ _ _ "
Ya está tardando google en sacar el diccionario inverso que anhelamos los que ya no leemos tanto....

Para siempre , escribía, y sin embargo no sirve, no podemos enmudecer. Pero son, de nuevo, tantas cosas, que; por dónde empezar ¿seguimos un orden cronológico? ¿geográfico? seríamos capaces de no seguir orden alguno....

Ahí estamos aún, pasmados y paralizados.