domingo, 30 de junio de 2013

De repente...

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

El tiempo es el invento más noble de la especie humana. El tiempo es un concepto y los conceptos son una convención. La roca de obsidiana, el meter los pies en el Atlántico, la mirada de ira...nunca serán conceptos. Un minuto, un mes, miles de millones de años son la misma nada...el agujero negro de la conciencia.

Tac, tic, tac, tic, tac, tic...

Ha pasado un año desde que Fantasio partió desde el velero. El limonero lleva un año en casa del buen amigo ajeno a las vicisitudes de los que lo animamos a crecer. Tienen suerte los árboles de no tener dioses más allá del sol y la luna.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Hacer balance es morirse a cachos. Se cierra una puerta del presente que nunca más volverá a ser abierta. Puede que haya quien lo intente -¡incluso uno mismo!- mas lo hará ignorante de que al otro lado no hay más que un gran espejo.

Tac, tic, tac, tic, tac, tic...

Lo importante es tener cosas que contar. Adornar al tiempo alado con adornos de vivencia de la misma manera que se ponen las bolas al abeto de Navidad. Ya apareció la Navidad con su mueca de nostalgia; la nostalgia es la hija bastarda de la impotencia.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Quiero ser optimista sin ser estupido. Es imposible. Nacemos derrotados por el tiempo. Nuestra única batalla es hacer bella la derrota. La belleza es la cumbre de lo humano. Nuestra huella en su cima: la dignidad.

Tac, tic, tac, tic, tac, tic...

Ha pasado un año. Quedan tres meses. Una vez más soy viajero en tránsito. La lucha entre el afán por descubrir y las ganas por retornar define a las personas. Los que tenemos miedo a volar tenemos una gran ventaja: cuando tomamos un avión, lo hacemos sabiendo que es la única opción posible.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

En este año he vuelto tres veces. La primera por vocación, la segunda por afición, la tercera sin motivo alguno. Ahí empecé a ser del lugar del que me fui. En el abrazo de Ana y Magdalena bullía una vibración balsámica. El limonero vio salir la luna por el Pardo mientras el sol se escondía por San Martín de Valdeiglesias.

Tac, tic, tac, tic, tac, tic...

Se puede ser feliz sin ser estúpido. Ni optimista ni pesimista; si algo soy, es un empedernido palabrista.


Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Mi limonero no habla, pero está contento. Ha pasado todo un año...y las palabras siguen rondándolo, merodeando por un patio de Sevilla, solidarizándose para tejer el relato de todo lo bueno que me ha pasado.

Tac, tic, tac, tic, tac, tic...

De repente, ya ha pasado un año...¡Salud! 

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