miércoles, 18 de julio de 2012

Españoles, España...ha muerto.

Levanto acta de una autopsia.

El cadáver no muestra signos de violencia (todavía) sino un agotamiento lento e inexorable de cada uno de sus sistemas que lo llevó al deceso en una suerte de hecho inevitable.

Es esta una autopsia sin vencedores ni vencidos; los muertos ya no tienen nada que perder, simplemente pertenecen a lo indefectiblemente pasado. Como científico me planteo pues huir de planteamientos cainitas que continuamente buscan -¡y encuentran!- relación entre un hecho biológico como la muerte y un hecho subjetivo como la vida. Para que no quede duda: el sujeto España ha sido desde que tengo conciencia -disculpen la inmodestia de pensar que la tengo- el objeto de la víscera. Tanto en los ataques (nacionalistas furibundos sin nada que aportar, críticos de las banderas pero no de las ideas) como en las defensas (nacionalistas furibundos sin nada que aportar, críticos de las banderas pero no de las ideas) siempre ha existido un regodeo insano dirigido al enemigo que, en ningún momento, tuvo en cuenta que la unidad de todo, incluidas la historia y el presente, son las personas. Por tanto busco -¡por una vez!- la asepsia.

España fue un ser, como digo, complejo, compuesto de muchos sistemas interrelacionados. Los pulmones, los riñones, el hígado, el corazón, la sangre,el cerebro...Su muerte por tanto no se puede analizar enfocando un único sistema: el tropiezo de uno tiró de otro hacia abajo y así sucesivamente. Como dijo Jack el destripador "vayamos por partes":

- Costó años darle a la sangre el título de tejido. Sabíamos que había millones de células flotando en el plasma, pero no sospechábamos que su valor no residía en lo cuantitativo (el número de células) sino en lo cualitativo (las relaciones entre células). La sangre tiene un equilibrio complejísimo que impide que unas células ataquen a otras, que se impongan las doctrinas de las plaquetas y nos trombosemos o que claudiquen las plaquetas y nos desangremos. En nuestro cadáver hay claros signos de coagulación intravascular diseminada, es decir, las normas fueron alteradas y cada célula hizo la guerra por su cuenta alcanzando la dramática paradoja de sufrir al mismo tiempo episodios de trombosis y episodios de hemorragia. La norma que regía este equilibrio se llamaba constitución y alguien debió haber en algún momento que decidiera que podía modificar la norma sin consultar a las células-ciudadanos.

- Los riñones tienen la función de la ósmosis. De alguna manera se encargan de eliminar los excesos de alguna sustancia y preservar otras cuando son deficientes. O dicho de otra manera: son los encargados de igualar a los que más tienen (hablo de sodio, por supuesto) con los que menos tienen (idem). Cuando hay mucho sodio en el cuerpo, ponen en marcha mecanismos para que no nos suba la tensión arterial y cuando hay poco vigilan para que no lo derrochemos. La gran virtud de los riñones es que son extremadamente sensibles y, eso es lo que se les pide, son capaces de detectar las variaciones al inicio del proceso y anticipar las medidas de absorción-excreción necesarias para mantener el equilibrio, la ósmosis. Cuando nos fallan los riñones, podemos recurrir a la diálisis (podríamos llamarla "una especie de intervención para salvar al individuo de la quiebra de su economía"). Así logramos sobrevivir unos años, aunque sujetos a una máquina (generalmente de la marca Siemens) y con una pésima calidad de vida.

- El hígado tiene una función primordial de control. Cuando nos emborrachamos, evita que nos muramos intoxicados, pero nos deja con resaca para que sepamos que eso no se debe volver a hacer. Por sus dependencias pasan todos los ciudadanos sin excepción en algún momento del día por más que algunos intenten esquivarlo por el plexo venoso rectal. De él se dice que es el primer gran filtro que evita que las toxinas que ingerimos queden impunes y alcancen otras localizaciones del organismo. Cuando deja de funcionar, sufrimos encefalopatía hepática y nos desorientamos e incluso agitamos, volviéndonos rabiosos. Por eso es necesario que los hepatocitos hagan cumplir las leyes a todas y cada una de las sustancias y células del cuerpo.

- El corazón es el centro de la vida, lo identificamos con la fuerza vital, con el motor que nos permite completar el resto de funciones básicas. Si el corazón se convence de que no merece la pena bombear, nos apagamos y nos enfriamos hasta dejar de ser. El corazón lucha con la resistencia de las arterias. Es necesario que la fuerza del ventrículo se adapte a la realidad, pero también es necesario reconocer el límite de las cosas y asumir que ir con 170 de sistólica por la vida no es un buen negocio a la larga. El corazón está compuesto por miles de fibras que trabajan solidariamente: ahora nos contraemos, ahora nos distendemos...Si un grupo de esas fibras deciden actuar por libre, puede haber un infarto. Si este es grande, puede ocurrir que el corazón pierda la fuerza como ya he dicho. Si no es grande pero es profundo (lo que en medicina vendría a ser "transmural"), el riesgo no es tanto de fallo de bomba sino de arritmia cardíaca, es decir, un grupo de miofibras hiperexcitadas pueden imposibilitar que el resto hagan su trabajo. De la misma manera, si las resistencias (policiales o no, periféricas o capitalinas) son excesivas, puede ocurrir que el corazón se pare por huelga indefinida.

- Los pulmones nunca han tenido gran consideración. De hecho los neumólogos siempre han sido médicos de segunda: todo se arregla con corticoides. Sin embargo, si nos ponemos a pensar, son el primer órgano que se activa para que seamos seres autónomos y son el último que se desactiva antes de que dejemos de serlo; luego hemos de reconocer que son mucho más importantes de lo que pensábamos. Quizás, este desdén nazca de que ellos, así de modestos son, no se dan excesiva importancia. Están ahí más como un algo prescindible y, como el viento, nos parece que podríamos vivir sin él/ellos. El problema viene cuando los pulmones dejan de estar al servicio del resto del cuerpo; cuando empiezan a respirar caprichosamente sin relación con las necesidades del resto de sistemas. - Pero si yo no necesito hiperventilar, dicen los riñones. - Ya, pero es que lo dictan los pulmones. Ellos disponen de toda la divisa, en este caso el oxígeno, y piensan que la oxigenación nunca es suficiente o todo lo contrario es demasiada, aunque eso implique que otros sistemas se ahoguen o se intoxiquen (acidosis/alcalosis respiratoria). No sabemos en qué momento nuestros pulmones se emanciparon pero sí sabemos que, por mucho que digan los neumocitos, es mucho más deseable que el control de la respiración esté en el cerebro que en el propio pulmón.

- El último órgano en morir (con la salvedad de unas células madre recién descubiertasque puden sobrevivirnos 15 días tras la muerte ¡quizás la última esperanza del sujeto España que tengo ante mí) es el cerebro. El cuerpo sabe que el último contingente de vida debe resguardarse en el cerebro y preservar las ideas. La pérdida de ideas es la muerte definitiva de un sujeto. Hay ideas más simples (respirar trece veces por minuto es una idea simple pero bastante afortunada) e ideas complejas (¿Qué podríamos haber hecho para salvar a España?, por ejemplo), ideas buenas o malas, ideas factibles o utópicas. Pero lo que marca la línea entre estar vivo y estar muerto es tener ideas o no tenerlas.

INFORME DE LA AUTOPSIA

El sujeto España tiene una extensión de aproximadamente 504000 kilómetros cuadrados y forma de piel de toro con unas islas al este y al suroeste. A la primera inspección llama la atención una mueca que claramente muestra que murió presa de un estado de tristeza y de orgullo que a mí se me antoja bastante estúpido.

Al abrir en canal hemos encontrado zonas de trombosis patriótica (Madrid, fundamentalmente en el corpúsculo de Génova, Valladolid, la costa de Cantabria y lo que viene siendo el sur) y zonas de hemorragia antiespañolista en ambos extremos de los pirineos y focos incipientes en Canarias, levante y Galicia lo que nos hace pensar que pudo existir un fallo en la cascada de la constitución.

Los riñones apenas pesaban nada. Estaban completamente atrofiados con numerosas calcificaciones fruto de procesos pasados que acabaron por agotar el parénquima sano. Desde luego, parece evidente que, llegado a un punto, faltó la vascularización de los mismos y que, de alguna manera, la sangre y sus células dejaron de acudir y de creer en ellos.

En el hígado se observa una desestructuración del parénquima con zonas de cirrosis con intensa fibrosis y falta de elasticidad, como si fuera un órgano heredado de otro régimen. Es notable la existencia de alguna neoformación de aspecto maligno en el segmento Puerto Banús con numerosos cristales de hipocrita.

El corazón tenía algunos infartos de pequeña extensión y profundidad. Es curioso que en los informes recibidos por las agencias de acreditación y organismos oficiales se reflejara el diagnóstico de insuficiencia cardíaca. ¿No sabe esa gente que la vida, la energía siempre encuentra salida por muy difíciles que estén las cosas? Me permito decir que este corazón en otro cuerpo, hubiera tenido una vida larga y exitosa. Y perdónenme el chascarrillo, yo si fuera él y estuviera vivo me plantearía emigrar a otro cuerpo.

Los pulmones estaban completamente podridos. Donde hubo tejido de microcomercio y adaptación al medio y las necesidades hemos encontrado grandes centros comerciales con una edificación absolutamente deficiente, friables ante el más mínimo roce y absolutamente ineficaces salvo para pequeños islotes de tejido degenerado que anidaban en su interior.

El cerebro -¡esto sí que es asombroso!- nos lo hemos encontrado absolutamente vacío. Ni una mala idea, ni un mísero proyecto, nada, la más absoluta nada que jamás hayamos visto...

4 comentarios:

  1. La duda es si alguna vez existió…un país es un mito pero algunos están sobre columnas de piedra y otros cogidos con alfileres.
    ¿Os imagináis a un inglés, a cualquier inglés, anunciando semejante defunción patria unas semanas después de haber ganado la 2° eurocopa con Mundial enmedio?
    Uno de las primeras entradas de blog del Huffington Post refería algo así como “un pais es lo que queda después de un cambio de gobierno“ aludiendo a la reestructuración completa de rtve en comparación con la BBC británica. Tomando por válida esa idea, a este ritmo dramático de viernes trágicos y lunes negros, lo único que quedará verdaderamente de España es esa serie de tópicos históricos que muchos detestamos y otros utilizan en su beneficio.
    Así que si esa España muere, ninguna pena… quizás llegemos por fin incluso a gritar, como en las cortes mediavales y más a acá, aquello de España ha muerto , VIVA ESPAñA!!!!!

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    1. Me gusta...España ha muerto ¡Viva España!
      Otra opción sería ponerle "H" ¡Viva Hespaña! o, más sofisticado, cambiar la S por la X ¡Viva ExPaña! para introducir la variable del tiempo en la nueva denominación.

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  2. Otro indicio de lo ficticio de la nación España, es lo poco que nos duele. Tú, Fantasio, lo expresas con una fría autopsia profesional…no te toca dentro, si desapareciese algún club de futbol que yo me sé, de este u otro continente no podrias amigo navegante, eludir el impulso de un canto fúnebre y sería inconcebible realizar semejante protocolo forense...o no?

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    1. Correcto estás en lo cierto, pero ya lo dijo un inglés "El fútbol no es una cuestión de vida o muerte; es algo mucho más importante que eso".

      En cuanto a lo de que "no me duele España" no estoy muy de acuerdo. Más bien diría que he decidido dejarme los sentimientos a un lado (al menos en este texto)para intentar sobrevivir. O sea, si intentamos cambiar las cosas a partir de los sentimientos que nos genera España actualmente...probablemente nos suicidaríamos.

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